jueves, 21 de junio de 2012

Todos nos merecemos ser felices.

Se acabó. Me he cansado de fingir. Vivo en una mentira y no quiero seguir en ella. Me han disparado balas por todos los lados que me han abierto la mente. Alguien a quien quiero mucho me ha abierto los ojos. Ya está, lo he decidido. Voy a ser yo, nadie más. Ni una pizca de mi ser va a cambiar por nada ni por nadie. Falsedad lo llaman algunos. Pues bien, si había falsedad, hoy ya no la hay. Se acabaron las buenas caras sin motivo, ¿para qué? Se acabó la típica sonrisa falsa que no hace más que ocultar un mar de fuego interno.

Un día me dijeron que era egoísta. Le di muchas vueltas y no lo podía entender, no me veía así. Hace unos días me di cuenta de porqué lo fui. Actué de manera egoísta, movida por amor, sí, pero de manera egoísta. Al fin y al cabo el fin nunca justifica los medios. Aunque también hay muchas veces que he actuado muy altruístamente y me fastidia que no se vea. Intento hacer lo justo pero mi justicia no es igual a la del otro y eso seguirá así siempre pues si no seríamos la misma persona.

A partir de ahora voy a vivir para mí, pensando en mí. ¿Que eso es egoísta? Sí, pero en el buen sentido de la palabra. En el sentido de preocuparse por uno mismo, de luchar por mí, de sobrevivir con un poquito de felicidad. Porque todos nos merecemos ser felices. Eso no quiere decir que vaya a ser egoísta en el sentido común de la palabra pero ante todo estoy yo, mi salud y mi felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario