Hace sol, no hay nubes, y, sin embargo, el cielo no está azul. Hoy el cielo tiene un color grisáceo, un color sucio, algo no muy agradable a la vista. Pero no sólo poco agradable a la vista sino también a la salud nuestra y, más importante, del planeta. Este cielo grisáceo, con boina que llaman algunos, es un gran símbolo de toda la contaminación que tiene la Tierra y una señal del daño que estamos produciendo en ella. Creemos que la Tierra nos pertenece, que es 'nuestro planeta', pero no es más que otro planeta del universo al que nosotros pertenecemos y que, a diferencia del resto, va a ser destruído antes de tiempo. No sólo estamos perjudicando al planeta sino a todo lo que contiene, al resto de seres vivos que no tienen la culpa de cohabitar con una especie que les destruye y, a pesar de ello, no les queda otro remedio. Ellos no están destruyendo el planeta. Quizá tampoco tengan los medios pero no lo destruyen.
El ser humano ha creado grandes cosas, cosas maravillosas, pero por un mal camino. El ser humano es una gran especie capaz de todo lo que se proponga, mientras se lo permitan las leyes de la física, pero que siempre busca la vía fácil, la vía rápida, en vez de buscar la mejor para todos. Esto debería cambiar, deberíamos olvidarnos por un momento de nosotros y pensar en el resto de las especies y del planeta. ¿Acaso se merecen lo que les estamos haciendo?